sábado, 28 de julio de 2018

De "La confabulación de las arañas"


Hay una relación dialéctica entre sociedad y obra literaria, pero dicha reciprocidad no quiere decir que lo social se imponga en el proceso de dicción del texto, predeterminando su particularidad final. Lo social es una matriz categorial y participante del diseño estructural, pero su actualidad expresiva puede adoptar reverberaciones discursivas diversas. No es correcto creer que dicha actualidad se logre mediante “la lógica interna del contenido”, según lo propuesto por Fredric Jameson —en Marxismo y forma—, sino más bien por la documentación social comprendida en la forma, entendiendo por forma la relación que se establece entre las palabras para producir una significación diferenciadora. El irresuelto conflicto entre el sujeto productor y su contexto se dirime en el propio poema que, por ende, tendrá una manifiesta conflictividad; el texto aceptará ser reescrito por nuevas y complementarias lecturas. En su imagen conflictiva se verifica un rechazo a la explicitud y a la consecutividad: el autor fractura el lenguaje del poder. Estamos ante un habla que se despoja de las discursividades culturales mayores, des-estratificándolas léxica, fonética y sintácticamente. El resultado, en Pereira Severo, es el de una escritura de la sobriedad que resiste la decodificación estándar y quiebra la relación del binomio significante-significado. Y ese quiebre se produce desde la ironía de quien ha visto la corrosión de los grandes relatos y desde un ludismo muy cercano a la irreverencia pop, plegándose sobre sí misma. El resultado es un registro diferente del de la codificación de la máquina gregaria social: el de la extranjería, en particular, aquella que es promovida por la proliferación de citas de guiones cinematográficos o canciones traducidas en un castellano neutro. La cita hace consciente el origen plural de todo acto de escritura, explicita la referencia que ya está en cada coma, en cada paso incorporado. Se puede decir que en cada declaración prestada, en cada intervalo entre dos términos, se esconde una pausa que pone en evidencia aquello de que todo acto de creación es una manifestación polifónica, indeterminada de decisiones singulares en el proceso, pero que no se pueden concebir de antemano. Es el llevar a cabo una destrucción sistemática de ese decir avasallante para que, en su lugar, el trayecto de un nuevo poder y un nuevo saber se instale, mediatizándose por una sintaxis en constante resurgimiento. Solo a partir de allí, la lengua consigue revelar su afuera, enfrenta y sortea la fragmentariedad cinemática donde no solo se han visto: “… fresas de la amargura / y a pier paolo passolini en “el evangelio según san mateo” / y policías que corrían tras el matrero todas las cintas / y películas varias que no integran el programa de raimondi los lunes/ franceses, y / filmes sobre el desamparo y el mismo desamparo —no era un personaje—, en el cine / de sarandí grande, y en el roma / y cantantes melódicos y crónicas / y el diario el plata y bp color y la tribuna / y el cine arte del salvo, / y a león lev entrar y ver una de tarkovski y cine de georgia años después / y vi a políticos de izquierda hablar de acumulación de fuerza s/ y a ti cambiarte de camiseta debajo de una llovizna de esas que justifican la literatura”. Toda esta secuencia enumerativa no parece mostrar otra forma de expresión que la que se genera en un pliegue entre el sonido articulado y el silencio. Al igual que el cine mismo, tan omnipresente en la producción de Pereira Severo.

Martín Palacio Gamboa, La confabulación de las arañas, poesía uruguaya actual, detodoslosmares, Córdoba, Argentina, 2018

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