lunes, 18 de diciembre de 2017

discurso de pereira severo en oportunidad de recibir el premio nacional de literatura el pasado viernes quince de diciembre



señores señoras 
ministra señor director señores del jurado poetas curiosos lavaplatos cuidacoches ujieres público en gral.
debo decir
que me siento satisfecho agradecido anonadado atiborrado enmudecido conmovido
no sabía que tantas y tantos estuvieran deseosos de expresar algo de carinho para este
oriental
unión libre
isabelino
del 56
señores señoras niños niñas dignatarios profesores jueces encargados de estantería alcaldes farmacéuticos otros en gral.
agradezco sus muestras de carinho sus saludos sus congratulaciones no hacen nada mal un par de palmas alguito de aplausos siempre y cuando el papelito no se quede a habitar para siempre el reverso
no es una cosa contraindicada que le digan a uno los viernes que lo quieren (acá copio impunemente a otro poeta)
ah está la larga lista de aquellos y aquellas a las que hay que agradecer
la postal es de santa isabel en mil novecientos setenta y tres
en la toma  el guego yolita yanelli el cabezón lorenzo ricardo rosario maría el carome dalvey edén
ahora sarandí grande la turca diego ruth carmen helen edgard
y peñarol sayago en el setenta y cinco
y la iglesia de la aguada la entrada por la calle quito ademar jorge milka stella
y alejandro elder cecilia el ratón adolfo pancho bertoni enrique aiello rodolfo yahro los cuadernos
y la ujota en mil novecientos setenta y ocho la calle spencer inés las vías del ferrocarril interminables
y la voz del darno tocando sansueña
y elisa y eduardo y raúl y juan y antonia y manuel y mariana y roberto y gabriela y alicia y adriana y manuel
y la calle susviela guarch en mil novecientos ochenta y uno
(la crítica dirá es misterioso insondable íntimo inaccesible las claves son solo personales y a quién le interesa el diario íntimo de alguien que escribe versos)
este es el momento en que el texto avanza con dificultad camino azaroso como la ruta a baygorria o como recuerdo que era la ruta a baygorria
la secuencia prosigue con una escena de invierno del año mil novecientos ochenta y tres
es agosto día veintitrés calle ocho de octubre
y se repite dos años después
y en el ochenta y ocho
hay tiempo para una foto de familia
el texto la construcción del texto del agradecimiento proseguirá después por
poemas de gullar de parra de puig del macu de macedo del gordo víctor
onetti claro siempre
proseguirá con textos de galmés de cardenal de jorge amado
vendrán como es obvio amores desamores encuentros desencuentros triunfos azarosas derrotas derrumbes de toda estantería y ejercicio de borronear diseñar dibujar construir algo donde antes hubo agujero
ustedes deben comprender no es fácil redactar un discurso sin golpes bajos sin lugares comunes con medida cursilería sin copiar demasiado a parra o algún otro poeta
ustedes deben comprender un hombre de mi edad se emociona con facilidad
y a veces olvida nombres escenas circunstancias
igual he sido bastante transparente todo está en la fotografías
igual he sido bastante transparente todo está en los poemas ya publicados
como les dije
oriental
unión libre
isabelino
del 56
de la décima sección de tacuarembó
del barrio del cordón
del inve
amigo de pelaéz de fonseca y di leone y de fernando y de juana lacrazi
agradece
a todos los presentes
sus muestras de carinho
y a los miembros del jurado agradece por supuesto
y a la crítica nacional e internacional
y a los directores de festivales (desde ya expresamente vengo y digo que acepto invitaciones a rosario córdoba santiago y bahía blanca).
agradezco a todos
han sido excesivos pero los entiendo
no es usual que alguien de la décima sección y proveniente de barrios inundables y de nula destreza para el fútbol obtenga un premio nacional
ah quisiera agradecer además
a dos personajes presentes en sala
uno nacido en febrero de este año, otro en julio
permítanme señores críticos profesores licenciados en letras investigadores que omita detalles
¿un premio nacional?
ha sido bueno brindar con ustedes
ya tengo en mi biblioteca la distinción
ya ha sido tomada la fotografía
ahora debo releer a parra quizás las canciones rusas
ese libro me emociona como en el setenta y cuatro
debo releer a puig y a macedo y a gullar
(acá el texto comienza a empantanarse la construcción se hace tediosa la luz de la tarde a través de la ventana se hace más  interesante que proseguir la escritura)
(me adelanto no consideren esto un texto terminado más bien es un borrador pero es importante que agradezca por tanto debo publicarlos como está)
señores señoras no puedo nombrarlos a todos
no puedo agradecerles en persona
vayan entonces estas palabras a modo de retribución
ya sabemos que poca cosa es la poesía
que no sirve para la conquista ni para el incremento salarial ni para el cambio social
los premios
ah
los premios sirven para la vanidad
y para que te saluden los que hasta ayer estaban remisos a hacerlo
o para que el que reparte los platillos del cóctel advierta tu presencia
no es más que eso
al día siguiente todo prosigue su curso
igual como dije
agradezco a todos
sirvamos algo de queso y de malbec y brindemos

por la poesía y los poetas en gral.

martes, 5 de diciembre de 2017

Algunas notas sobre Poemas para mi novia extranjera

por Horacio Fiebelkorn

(Poemas para mi novia extranjera, de Luis Pereira Severo, Bahía Blanca, Vox, 2015)

 

I 
En el prólogo de Poemas para mi novia extranjera, Alfredo Fressia menciona autores que desde su perspectiva, se reúnen en el mapa de lecturas de Luis Pereira Severo: Rexroth, Ferreira Gullar, Elder Silva, Benavides, Víctor Cunha, Zitarrosa, Cisneros, Darnauchans, entre otros. Varios son mencionados por el propio autor en pasajes del libro. Agrego: algunos poetas argentinos de los 90, cierta poesía (no toda, no cualquiera) argentina escrita en los 90. Por caso, Gambarotta, Raimondi.

II 
Lo de recién no es un dato menor, ya que permite situar la obra de Pereira en coordenadas que abren otra perspectiva para la poesía uruguaya. En este punto, conviene recordar que casi siempre la poesía escrita en Uruguay buscó espejarse en Brasil, tanto en su versión modernista como experimental. El tráfico verbal en la frontera fue parejo con el contrabando de mercancías. La música del habla uruguaya está impregnada del acento portugués. Pereira lo asume, pero abre su ventana al Río de La Plata, lo cruza.
Alguna vez, la brasileña Cecilia Meireles, luego de un viaje por Montevideo y Buenos Aires, dio su impresión sobre la poesía de ambos márgenes del Plata. En Montevideo, dijo, tiene mayor peso la sangre portuguesa, que es lírica, y en Buenos Aires la española, que es dramática.
  
III
Paso de los Toros, Montevideo, Maldonado. Pereira es un poeta itinerante, hace suyo el rumor de la ruta. Ese transcurso es constitutivo de su forma de mirar:

afuera es igual
y siempre es afuera
la piel del viajero
del que no pertenece

El modo en que Pereira nombra y atesora cosas y lugares no es, con todo, el de alguien que convoca una identificación. Son esas cosas y esos lugares, pero podrían ser otros, y cada lector tiene los suyos. La calle Paysandú no es solamente la calle Paysandú. Al eludir el recurso confesional, y transferir por lo mismo una energía que se independiza de lo biográfico, Pereira la convierte en un lugar compartido que trasciende la experiencia generacional.

IV
Milonga rioplatense: lo que deja gotear Pereira está en el cruce de la historia personal con la historia colectiva de Uruguay.

Los perros y los coroneles
Los perros y los oficiales
Los perros y los edecanes

(…)
Al tercer día recordé el nombre de Isabel
La del tercer piso
De la calle Inca
La que dejaba cretonas en la ventana

Pereira no juega con una pelota prestada, no la ligó de rebote, no heredó nada, y no se detiene a lamentar derrotas: deshace lo que fue en su momento la retórica de la poesía militante, con sus sujetos preclaros e iluminados, y coloca el verso al ras de la tierra. No habla a sus semejantes desde otro lugar que no sea el espacio compartido.
No viene a cuento del libro, pero Pereira es uno de los pocos que intentó en Uruguay ajustar cuentas con la herencia de Benedetti.
  
V
Pereira habla de amor, todo el tiempo. Agrega un tema ausente en la poesía masculina que abordó la política de este lado del río en los años 90. Con Pereira, los estereotipos se caen. Los varones hablamos de amor, de pérdida, encuentro, lejanía, lujurias galantes, y podemos hacerlo lejos del “ternurismo” o el arrebato campeón de la proeza erótica, o la fascinación seudo rilkeana del que se paraliza ante la belleza.
Pereira habla de amor como de historia o de política: sin complejos,  condescendencia  o autocompasión. Por eso, pulveriza aquí también sin concesiones a la retórica militante de los 70.

VI  
Toda novia es extranjera. Por eso es “novia”, y no “esposa”, “amante” o “compañera”: el lugar del amor no tiene territorio ni institución.
La historia, la política, el amor: todo se enhebra en la visión de un viajero sólo a veces inmóvil. Cuando esos temas entrelazan sus manos, la palabra -la poesía- se vuelve un asunto existencial, intenso. Y el libro que de ello resulta, algo necesario. No se lo lee: se lo respira de cabo a rabo.



La extranjera en los Cruces

Preguntado Gustavo Wojciechowski, “Maca”, factótum de Yaugurú, sobre cuáles eran sus editoriales extranjeras de referencia, respondió que Vox, de Argentina. Precisamente de ahí llega el más reciente poemario del poeta de Paso de los Toros, y fernandino por adopción, Luis Pereira Severo.
Mucho más clásico en su presentación que otros artefactos de Vox, este poemario, que tiene en la portada una ilustración alusiva del gran Diego Bianki, es calificado por su autor como una milonga rioplatense, y comparado por su prologuista, Alfredo Fressia, con el trabajo de un estoico.


Su primera parte, “Colección de fotografías del último otoño”, contiene algunos de esos momentos que sólo la poesía puede lograr como intermediaria –pero no amortiguadora– entre el golpe de los heraldos negros y el andamiaje interior de quien la lee. No hay crónica periodística que pueda trasmitir el realismo, la precisión onírica, de esos imposibles lanchones “repletos de bosnios, de georgianos” que cruzan el Paraná para traer a este tranquilo rincón del mundo, al despuntar la mañana, el olor de la guerra y la masacre. ¿Y cómo podría el recuento de los historiadores capturar el horror de la tortura en la medida en que lo trasmite “Lo hicieron los perros y los capitanes”?
Pero a fin de cuentas, “quien piensa en la muerte/ ¿la convoca o la ahuyenta?”. No responde su pregunta Pereira, aunque por las dudas anota el texto que desearía de epitafio. No responde, pero exorciza. Oficia ese exorcismo en la segunda parte del libro, del que toma el título, aunque no es la fácil liturgia del amor, sino que la novia extranjera, cuando se corporiza, tiene mucho de imposibilidad, de destiempo.
En el tramo último, que llama “Canción de cuna bolchevique”, el poeta ajusta cuentas con su generación y consigo mismo. “No soy ni siquiera un mal poeta inglés”, dice. En oposición se define habitante del “patio trasero de las letras”, aunque, reconoce, “no se trata de un mal sitio”.
(Roberto López Belloso, BRECHA, 20.08.2015, http://brecha.com.uy/cruces-de-poesia-25)

Pereira, el enamorado

Posbolchevique y acaso posromántico, hay un poeta que tiene una rítmica única de rastros beatnik y una tensión en la que se superponen cartas de amor, memorias borroneadas y circunstancias cotidianas llevadas a la altura de mito, de leyenda épica, o acaso estoica, como define Alfredo Fressia a la poética de Luis Pereira en el texto introductorio de Poemas para mi novia extranjera



El más reciente poemario de Pereira, publicado por Vox, lleva ritmo de “milonga rioplatense”, como subraya el poeta, sabiendo que esa milonga es travestida de otros ritmos que van desde la herencia neobarroca hasta los espirales del rock de grandes poetas como Bob Dylan y Leonard Cohen. Hay algunos textos más otoñales al principio del recorrido, con escenografía de Maldonado, para después volverse poeta extranjero (lo es, siempre, Pereira, como rasgo de identidad), romantizar, mandarse versos como “Yo conocí la Unión Soviética”“En otra vida habría estudiado Humanidades”“Hay o había apuro por desnudarnos”. Y un final muy preciso, confesional, cargado de humor, que culmina con el latiguillo “Yo quería ser como Antonio Cisneros/ y ser el objetivo de todas las mujeres de Lima”, y la auto-constatación de que no ha sido un poeta inglés, ni siquiera un mal poeta inglés. Pereira sigue disparando muy buenos versos desde “el patio trasero de las letras”. Irreductible.

Gabriel Peveroni
laculpalatuvomanuchao.blogspot.com.uy